Hace poco, pregunté a algunas personas si eran felices en su trabajo. Unas me dijeron que les faltaba muchas cosas aún para serlo; otras, creían que sí lo eran; y muy pocas estaban seguras de serlo.
Por Tania Guimac. 17 octubre, 2022. Publicado en El Peruano, el 15 de octubre de 2022.En la mayoría de los casos, debieron ir en retrospectiva en sus vidas para responder.
Algunas de las respuestas incluían lo siguiente: seré feliz cuando gane más dinero, cuando me asciendan, cuando mi jefe me dé más retos, cuando reconozcan mi trabajo, cuando haya un ambiente agradable, cuando hagan eventos de responsabilidad social. Condicionar la felicidad a un “cuando” tan lejano, hace casi imposible conseguirla. Pero, por qué se necesita “tener” para ser feliz. ¿Radica allí la felicidad?
Las cuestiones podrían ser ¿por qué no soy feliz ahora?, ¿por qué añorar un futuro?, ¿por qué cimentarlo en factores externos? Cuando en el plano laboral el trabajo siempre es pesado o molesto, casi resulta irónico pensar que se puede ser feliz con lo que se hace.
La felicidad ha sido siempre un tema importante a lo largo de la historia. Aristóteles, decía que este es el fin más elevado del ser humano. Es un tema siempre vigente; se habla de este en todas partes y en cualquier ocasión. Si pasamos alrededor del 40 o 50% de nuestra vida dedicada al trabajo, sería importante que, a nivel organizacional, por su alto impacto en el ámbito personal, se procure la felicidad. Por ello, las empresas orientadas a mejorar la gestión del talento humano con innovación, están convencidas de los beneficios de la felicidad en el rendimiento laboral.
Maya Angelou dice: “La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir”. Si la empresa facilita sentir la felicidad, el trabajo será llevadero y satisfactorio, y el desempeño se elevará rotundamente.
Algunos autores, como Russell (2005), afirman que diferentes factores determinan la felicidad organizacional como el entusiasmo, apreciación, reconocimiento, competencia, y, por su contraparte, los factores de la infelicidad serían el aburrimiento, fatiga, envidia, sentimientos de culpa, complejo de persecución y miedo a la opinión pública.
Una persona feliz representa un talento; se nota en su proactividad, nivel de compromiso organizacional, disposición para trabajar en equipo y para ayudar. Además, su personalidad irradia brillo, acentuada por sus habilidades especiales desarrolladas.
Existe un ranking de los países más felices, Word Happiness Report 2022. El Perú ocupa el puesto 74 de 146. Los dos primeros puestos lo ocupan Finlandia y Dinamarca. ¿Por qué? Estos consideran variables como el PBI per cápita, soporte social, la expectativa de vida saludable al nacer, la libertad para tomar decisiones, la magnificencia, la percepción de corrupción y el afecto positivo y negativo. Este indicador de felicidad es importante para las decisiones de políticas públicas.
Las empresas deberían buscar también una felicidad organizacional y tener algunas políticas en función para lograrla. Muchas empresas se empeñan por mejorar a todo nivel, por ejemplo, participar en Great Place to Work u otras mediciones; pero, la felicidad está en un plano donde nos sintamos satisfechos en nuestro ambiente laboral. Aunque es diferente para cada uno, en líneas generales, existen factores transversales para todos, como una adecuada relación con el jefe, un clima laboral favorable, identificar aspectos de crecimiento o línea de desarrollo, ayudar a otros a crecer, participar en proyectos de responsabilidad social, etc.
Los factores esenciales de medición de la felicidad organizacional serían el compromiso, las relaciones interpersonales, favorecer emociones positivas dentro del trabajo, lograr resultados a nivel general y encontrar sentido o significado al que hacer diario.
Los beneficios que podría obtener la organización con gente feliz serían gigantescos y se reflejarían en más clientes y mayor fidelidad de estos, menos accidentes laborales y errores de procesos, sobre todo donde el trabajo es de alto riesgo; mejor desempeño laboral y, por ende, mayor rentabilidad. Asimismo, habría equipos más consolidados, en los cuales la gestión de la información sea un valor; se fomentarían la innovación y el aprendizaje; las personas y líderes estarían dispuestos a formar a los futuros directivos; atracción para los nuevos talentos y profesionales más calificados; y, colaboradores más identificados con la empresa, que procuran hacer cada día mejor las cosas. Ser feliz en el trabajo, también es posible.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.